Durante cinco siglos estuvieron los árabes en Jaén. La consideraron como
una gran ciudad. Le dieron walí, levantaron mezquitas, construyeron fortificaciones
y palacios. Conquistada Jaén por Abdelazib, en el 713. En el siglo X sería la
capital del reino moro llamado Dijaryan. Los almorávides la incorporarían a su
imperio en 1.091 y los almohades la ganarían en 1.148.
Con los árabes Jaén, la cora de Yayyan es una excelente tierra regada
por abundante agua que fluye en forma de ríos y fuentes, poseedora de gran
cantidad de cultivos, así como de una famosa industria de tapices y utensilios
domésticos de madera que se exportaban por todo Al-Andalus y el Magreb. Así la
describe Al-Sagundi: “Yayyan es la ciudad del Al-Andalus con la que ninguna
otra ciudad puede ser comparada en abundancia de cereal, número de valientes
soldados y fortaleza y solidez de sus murallas”. Se señala la magnífica
situación geográfica de Jaén (Kiurin, Gien o Geen, para otros) como paso obligado
entre Córdoba y Toledo, y entre Córdoba y Tudmir, pues se podría afirmar que
algunas de las más importantes vías del sur de Al-Andalus cruzaban la cora de
Jaén o de Yayyan. Aquella Giyen o Geen, «camino de caravanas», tuvo épocas de
enorme esplendor.
La cora
dependeía del califato cordobés, al frente de la que se encontraba un camil.
Dentro de la Cora, al-Razi cita como medinas de interés a Mentesa, Úbeda y
Baeza. Esta época deja una enorme marca en la configuración urbana.
Aquella ciudad seguiría el modelo islámico de oriente, que se ha descrito como:
“secreta, indiferenciada, sin rostro, misteriosa y recóndita, hondamente
religiosa, símbolo de igualdad de los creyentes antes el Dios Supremo”.
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