jueves, 20 de marzo de 2014

Castillo de Santa Catalina





CASTILLO DE SANTA CATALINA (JAÉN)

Según nos acercamos a Jaén llama la atención en lo alto del cerro que se levanta junto a la ciudad, el castillo de Santa Catalina.
Aunque se han encontrado restos pertenecientes al periodo Calcolítico de este castillo, los primeros asentamientos bien documentados se remontan al mundo ibérico. Se localizan en la ladera septentrional,  hecho con muros ciclópeos relacionado con el sistema defensivo estructurado para controlar la región. En el siglo V a. d. C. el territorio estaba perfectamente jerarquizado, siendo  esta fortaleza ibérica uno de los núcleos más importantes de la campiña jiennense.

Con la llegada de los árabes a Jaén se mantiene las anteriores fortificaciones, por lo que a lo largo del siglo VIII se reconstruye una alcazaba islámica que pasará a manos cristianas cuando Fernando III conquista la plaza al rey Alhamar, en el año 1246.
De las murallas musulmanas se tienen documentadas varias puertas, ya desaparecidas como la Puerta de Martos, Puerta del Sol, Puerta de Baeza, Puerta del Sol, Puerta de Granada, Puerta de Aceituno, Puerta de Noguera, Puerta del Portillo, Puerta del Portillo de San Sebastián, Puerta de Santa María y Puerta de San Agustín.

A partir de la conquista cristiana se suceden distintas fases de remodelación, conociéndose con los nombres de "Castillo Viejo", "Alcázar Nuevo" y  "Alcázar de Abrehui". Fernando III mandó que se iniciaran las obras del Alcázar Nuevo en la zona Este de la fortificación, pero no será hasta los siglos XIII - XV y durante los reinados de Alfonso X el Sabio y Fernando IV cuando se intensifican las obras. Se levantan en este período  las líneas de muralla que delimitan el castillo y seis torres. La Capilla de Santa Catalina (de estilo gótico) se construye entre los siglos XIII y XIV.
 El recorrido por las murallas cristinas empezaba en la Puerta de Noguera siguiendo por la Fuente de Don Diego y Adarves hasta la Puerta del Ángel. Igualmente rodeaba el llamado Arrabal de San Ildefonso, el Portillo de San Jerónimo hasta el lugar en el que estuvo el Torreón de San Agustín.
 Terminadas las guerras árabes, las murallas dejan de tener su función protectora y defensiva y pasan a ser el instrumento de control de los productos y mercancía con los que se comerciaba en la ciudad. Su acceso  adquiere un carácter fiscal que benefició considerablemente a la población.

En el siglo XV el Condestable de Castilla Don Miguel Lucas de Iranzo  erige la Torre del Homenaje y según algunas crónicas, se documenta el gasto de una importante cantidad (10.000 maravedíes) para realizar obras urgentes de reparación en algunas estancias del castillo. Enrique IV lo distinguió, entre otros honores, concediéndole el título de "Condestable" y  el de "Alcaide de Jaén".


La Cruz Blanca o Cruz del Castillo de Santa Catalina marca el punto topográfico más alto de la ciudad. Como en tantos otros lugares de tradición cristiana, se ha elegido este destacado lugar para colocar el símbolo de espiritualidad con el que se identifican la mayoría de los habitantes de  la capital de Jaén. Según la tradición, se eleva en el mismo punto en el que el rey cristiano de Castilla Fernando III  el Santo colocó otra semejante, cuando tomó la alcazaba al soberano jiennense Muhammad I de Arjona (Alhamar). Allí colocada, desde la ciudad todos podían contemplar la insignia triunfante de la cristiandad sobre los infieles sarracenos.

No es destacable por su valor artístico. Parece ser que le precedió otra de piedra o de madera de proporciones más modestas. La que podemos contemplar actualmente es una donación a la ciudad de la familia Galguerías, como puede leerse en una placa que informa de ese detalle a los visitantes. También podemos ver un soneto de Antonio Almendros Aguilar grabado por el cantero Antonio Prieto.

Para llegar hasta la Cruz Blanca iniciaremos el recorrido bordeando la línea de murallas orientadas al Norte, pasando bajo el arco que une la capilla de Santa Catalina con la primera de las dos Torres Albarranas.




Realizado por Ángel García Guirao y Guillermo Torres Priego

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