jueves, 20 de marzo de 2014

Jaén islámico

  Durante cinco siglos estuvieron los árabes en Jaén. La consideraron como una gran ciudad. Le dieron walí, levantaron mezquitas, construyeron fortificaciones y palacios. Conquistada Jaén por Abdelazib, en el 713. En el siglo X sería la capital del reino moro llamado Dijaryan. Los almorávides la incorporarían a su imperio en 1.091 y los almohades la ganarían en 1.148.
  Con los árabes Jaén, la cora de Yayyan es una excelente tierra regada por abundante agua que fluye en forma de ríos y fuentes, poseedora de gran cantidad de cultivos, así como de una famosa industria de tapices y utensilios domésticos de madera que se exportaban por todo Al-Andalus y el Magreb. Así la describe Al-Sagundi: “Yayyan es la ciudad del Al-Andalus con la que ninguna otra ciudad puede ser comparada en abundancia de cereal, número de valientes soldados y fortaleza y solidez de sus murallas”. Se señala la magnífica situación geográfica de Jaén (Kiurin, Gien o Geen, para otros) como paso obligado entre Córdoba y Toledo, y entre Córdoba y Tudmir, pues se podría afirmar que algunas de las más importantes vías del sur de Al-Andalus cruzaban la cora de Jaén o de Yayyan. Aquella Giyen o Geen, «camino de caravanas», tuvo épocas de enorme esplendor.
  La cora dependeía del califato cordobés, al frente de la que se encontraba un camil. Dentro de la Cora, al-Razi cita como medinas de interés a Mentesa, Úbeda y Baeza.  Esta época deja una enorme marca en la configuración urbana. Aquella ciudad seguiría el modelo islámico de oriente, que se ha descrito como: “secreta, indiferenciada, sin rostro, misteriosa y recóndita, hondamente religiosa, símbolo de igualdad de los creyentes antes el Dios Supremo”.

Cultura Islámica en Jaén y en Al-Ándalus: economía y sociedad

La economía en Al-Ándalus se basaba en tres pilares básicos:

  • Agricultura: a ella se dedicaba la mayoría de la población. Los musulmanes introdujeron el sistema de regadío y nuevos cultivos como los cítricos, el arroz y el cáñamo.
  • Artesanía: era muy floreciente y se dedicaban, sobre todo, al cuero, cerámica, forja vidrio y textil.
  • Comercio: Al-Ándalus comerciaba con Europa, África y Oriente.
En  la sociedad había dos grupos fundamentales: los musulmanes y los no musulmanes. Los musulmanes tenían derechos y privilegios como los de no pagar impuestos o poder ocupar cargos públicos. Los grupos que estarían aquí englobados serían:
  • Árabes: era una minoría y la élite social, política y económica.
  • Bereberes: tenían una situación más humilde.
  • Muladíes: eran cristianos que se habían convertido al musulmán.
Los no musulmanes no tenían privilegios y los grupos que englobaban eran:
  • Mozárabes: eran cristianos que no se habían convertido al Islam.
  • Judíos.
De esta manera se constituía la sociedad en Al-Ándalus cuando pertenecía al imperio musulmán.

Castillo de Santa Catalina





CASTILLO DE SANTA CATALINA (JAÉN)

Según nos acercamos a Jaén llama la atención en lo alto del cerro que se levanta junto a la ciudad, el castillo de Santa Catalina.
Aunque se han encontrado restos pertenecientes al periodo Calcolítico de este castillo, los primeros asentamientos bien documentados se remontan al mundo ibérico. Se localizan en la ladera septentrional,  hecho con muros ciclópeos relacionado con el sistema defensivo estructurado para controlar la región. En el siglo V a. d. C. el territorio estaba perfectamente jerarquizado, siendo  esta fortaleza ibérica uno de los núcleos más importantes de la campiña jiennense.

Con la llegada de los árabes a Jaén se mantiene las anteriores fortificaciones, por lo que a lo largo del siglo VIII se reconstruye una alcazaba islámica que pasará a manos cristianas cuando Fernando III conquista la plaza al rey Alhamar, en el año 1246.
De las murallas musulmanas se tienen documentadas varias puertas, ya desaparecidas como la Puerta de Martos, Puerta del Sol, Puerta de Baeza, Puerta del Sol, Puerta de Granada, Puerta de Aceituno, Puerta de Noguera, Puerta del Portillo, Puerta del Portillo de San Sebastián, Puerta de Santa María y Puerta de San Agustín.

A partir de la conquista cristiana se suceden distintas fases de remodelación, conociéndose con los nombres de "Castillo Viejo", "Alcázar Nuevo" y  "Alcázar de Abrehui". Fernando III mandó que se iniciaran las obras del Alcázar Nuevo en la zona Este de la fortificación, pero no será hasta los siglos XIII - XV y durante los reinados de Alfonso X el Sabio y Fernando IV cuando se intensifican las obras. Se levantan en este período  las líneas de muralla que delimitan el castillo y seis torres. La Capilla de Santa Catalina (de estilo gótico) se construye entre los siglos XIII y XIV.
 El recorrido por las murallas cristinas empezaba en la Puerta de Noguera siguiendo por la Fuente de Don Diego y Adarves hasta la Puerta del Ángel. Igualmente rodeaba el llamado Arrabal de San Ildefonso, el Portillo de San Jerónimo hasta el lugar en el que estuvo el Torreón de San Agustín.
 Terminadas las guerras árabes, las murallas dejan de tener su función protectora y defensiva y pasan a ser el instrumento de control de los productos y mercancía con los que se comerciaba en la ciudad. Su acceso  adquiere un carácter fiscal que benefició considerablemente a la población.

En el siglo XV el Condestable de Castilla Don Miguel Lucas de Iranzo  erige la Torre del Homenaje y según algunas crónicas, se documenta el gasto de una importante cantidad (10.000 maravedíes) para realizar obras urgentes de reparación en algunas estancias del castillo. Enrique IV lo distinguió, entre otros honores, concediéndole el título de "Condestable" y  el de "Alcaide de Jaén".


La Cruz Blanca o Cruz del Castillo de Santa Catalina marca el punto topográfico más alto de la ciudad. Como en tantos otros lugares de tradición cristiana, se ha elegido este destacado lugar para colocar el símbolo de espiritualidad con el que se identifican la mayoría de los habitantes de  la capital de Jaén. Según la tradición, se eleva en el mismo punto en el que el rey cristiano de Castilla Fernando III  el Santo colocó otra semejante, cuando tomó la alcazaba al soberano jiennense Muhammad I de Arjona (Alhamar). Allí colocada, desde la ciudad todos podían contemplar la insignia triunfante de la cristiandad sobre los infieles sarracenos.

No es destacable por su valor artístico. Parece ser que le precedió otra de piedra o de madera de proporciones más modestas. La que podemos contemplar actualmente es una donación a la ciudad de la familia Galguerías, como puede leerse en una placa que informa de ese detalle a los visitantes. También podemos ver un soneto de Antonio Almendros Aguilar grabado por el cantero Antonio Prieto.

Para llegar hasta la Cruz Blanca iniciaremos el recorrido bordeando la línea de murallas orientadas al Norte, pasando bajo el arco que une la capilla de Santa Catalina con la primera de las dos Torres Albarranas.




Realizado por Ángel García Guirao y Guillermo Torres Priego